Artículo Los dramaturgos de la Semana Santa

Sentado en una mesa a la luz de una lampara, con una pluma se escriben obras de drama, aquellas que te hacen pasar de la alegría al llanto es como el misterio de cualquier paso de la Semana Santa que es la mayor película realizada.

Es el momento del dramaturgo y no de aquel que conocemos coloquialmente como el que escribe género de drama en obras de teatro, el dramaturgo va a más, es toda la palabra hablada, al momento del rito y de la celebración.

Nuestros dramaturgos, los priostes, escriben sus obras en los grandes teatros de nuestros templos e iglesias preparan la escena de mayor dolor y sufrimiento. La hermandad dirige los distintos actos del quinario quedando por fin la función... la función principal, mayor acto de la obra del culto de una hermandad.

Nuestro dramaturgo en su rincón de la sacristía o de su despacho empieza a bocetar su obra, que personajes hará falta, el aroma, iluminación, colocación y que tipo de escena se va a desarrollar, la amargura se hará con los presentes cuando el acto final, el telón, que será el viejo portalón chirríe al abrir sus puertas el llamador suene, todo habrá comenzado donde una mujer mayor lagrimea detras de la reja forjada de su balcón. La cara de nuestro escritor sin papel sera la inversa, de felicidad y un estado de preocupación por la obra, que todo acabe sin ningún contratiempo e improvisación.

EL dramaturgo nunca trabaja solo para su obra siempre le acompaña el cerero, florísta y los ayudante que a la llama de un soplete hacen chorrea el pasado de las obras maestras que de ellas solamente quedan las fotos que se guardan en la web que abre nuestros ordenadores.

Despues de haber comentado todo esto creéis que el prioste es un verdugo creador del llanto no hagais caso, por que en cada obra que ellos escribieron dejaron su amor, que de forma divina, contiene la esperanza para la salvación del hombre, como fin de cada trabajo.

Vicente Sánchez Cabrera
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