OLIVARES. Dos disciplinas influyen poderosamente en sus fotografías: la pintura abstracta y la música contemporánea. No escapa a la vista de muchos que sus fotografías se asemejan mucho a la pintura. De hecho, el propio autor declara “pintar con la cámara”. Así, se podría hablar de una pintura convergente, o bien, de una pintura expandida. A su vez, las modulaciones de las ondas acuáticas y las texturas que se crean recuerdan mucho a la música minimalista, y las figuras y ambientes grotescos los relaciona directamente con la pintura espectral.
Esta nueva exposición del artista olivareño Lorenzo Montero, que podrá verse hasta el viernes en la Casa de las Monjas de Espartinas, es el resultado de su primer viaje de investigación que el pasado año le llevó a Venecia. Al contrario de la primera vez que fotografió la ciudad italiana, esta vez el autor se ha encontrado con una ciudad sórdida, ardiente y humeante, poblada de criaturas y ambientes grotescos. El fuego está presente en casi todos sus montajes (Las Llamas, Arde Burano, El Palladio Ardiendo, Anarkitexturas); también la violencia (La Lucha, Herida de Guerra); hay fantasmas y espectros (Criaturas Infernales, Cuerpos Astrales) y ambientes que parecen surgir de la imaginación de Lovecraft (Paisajes Sonoros, Pequeño Infierno Dantesco). Tan sólo la obra “Bacanal Cromática” transmite alegría y serenidad con sus formas y colores.
Completan la muestra Galeón, una fotografía de la anterior exposición, un díptico en texturas (Díptico Acusmático), y una foto tomada a velocidad lenta (Vía Láctea Cromática), que será clave en futuras exposiciones.
Montero utiliza para ello la fotografía analógica (carrete 35 mm). Es una fotografía morfocromática, muy relacionada con la pintura, centrada en las formas, colores y texturas. Es una fotografía abstracta pero que parte de elementos extraídos de la realidad. Tiene algo de fauvista, por el cromatismo subjetivo y la disolución de las formas.
La intención de Lorenzo Montero es emparentar sus fotografías con el Pop, ya que la realidad se descompone en campos de color, pero aquí, al contrario, la realidad se mantiene aunque parte de su apariencia y estructuras originales. El montaje se revela como importante, ya que las “manchas” de colores y formas caprichosas se agrupan formando dípticos, trípticos y polípticos, aunque algunas funcionan solas.
“Creo que con mi evolución he conseguido una sucesión fluida y dinámica de combinaciones cromáticas que evolucionan ante nuestros ojos de manera arbitraria. Esta fotografía tiene una gran carga visual y plástica, pero carece de discurso conceptual”, afirma Lorenzo Montero.
“Creo que he encontrado en la fotografía un nuevo soporte dialéctico para insertar las texturas, formas y colores que componen mi discurso cromático, y espero que me lleve a otras disciplinas como el dibujo y la narrativa”, concluye.
A partir del 12 de febrero, la exposición podrá verse también en la biblioteca Municipal de Sanlúcar la Mayor.
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